Nuevo invento permite limpiar los cabezales de las impresoras sin desperdiciar tinta.
Las impresoras de inyección de tinta se han convertido en un periférico casi que omnipresente en cualquier parte donde se trabaje con computadoras. Su bajo costo, versatilidad, velocidad y calidad de imágenes hacen que sean altamente recomendables para el trabajo básico de oficina y el hogar.
Limpieza automática de cabezales
La obstrucción de los inyectores de las impresoras hace perder tiempo y dinero, y reduce la calidad de la impresión. En la mayoría de las impresoras de chorro de tinta, para limpiar un inyector obstruido se usa un chorro de tinta líquida que quita la costra de tinta seca que se forma si la máquina no es utilizada constantemente. Con el tiempo, esta operación de limpieza puede acabar desperdiciando una gran cantidad de costosa tinta.
Un nuevo sistema elimina la necesidad de desperdiciar esos chorros de tinta, y podría por tanto permitir aprovechar mucho mejor la tinta.
El invento, obra del equipo del ingeniero Jae Wan Kwon, profesor en la Universidad de Missouri, Estados Unidos, está inspirado en el ojo humano.
Los ojos y un inyector de chorro de tinta tienen un problema común: deben permanecer abiertos mucho tiempo pero sin secarse. El equipo de Kwon y Riberet Almieda analizó la solución usada por la naturaleza a fin de adaptarla a los inyectores del cabezal de impresión.
La adaptación consiste en el uso de una gotita de aceite de silicona para cubrir la abertura del inyector cuando no esté siendo usado, de modo similar a la película de secreción aceitosa que evita que se evapore la fina capa de lágrimas que recubre al ojo. Los párpados extienden esta película de secreción aceitosa sobre la capa de lágrimas en la superficie del ojo humano. Sin embargo, a la diminuta escala del inyector de chorro de tinta, obturadores mecánicos que funcionen como párpados son poco viables. En su lugar, un campo eléctrico puede colocar y retirar fácilmente la gotita de aceite del inyector.
Un nuevo sistema elimina la necesidad de desperdiciar esos chorros de tinta, y podría por tanto permitir aprovechar mucho mejor la tinta.
El invento, obra del equipo del ingeniero Jae Wan Kwon, profesor en la Universidad de Missouri, Estados Unidos, está inspirado en el ojo humano.
Los ojos y un inyector de chorro de tinta tienen un problema común: deben permanecer abiertos mucho tiempo pero sin secarse. El equipo de Kwon y Riberet Almieda analizó la solución usada por la naturaleza a fin de adaptarla a los inyectores del cabezal de impresión.
La adaptación consiste en el uso de una gotita de aceite de silicona para cubrir la abertura del inyector cuando no esté siendo usado, de modo similar a la película de secreción aceitosa que evita que se evapore la fina capa de lágrimas que recubre al ojo. Los párpados extienden esta película de secreción aceitosa sobre la capa de lágrimas en la superficie del ojo humano. Sin embargo, a la diminuta escala del inyector de chorro de tinta, obturadores mecánicos que funcionen como párpados son poco viables. En su lugar, un campo eléctrico puede colocar y retirar fácilmente la gotita de aceite del inyector.
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